
Quién lo diría: de llevar bandejas a luchar contra hackers en un SOC. ¿Te suena a película de domingo por la tarde? Pues no, esto es mi vida. La Razón decidió que mi historia valía un artículo y aquí estoy, con el ego un poco más inflado (y los pies igual de jodidos).
El titular que nunca pensé leer:
“La discapacidad que convirtió al hostelero Juanmi en guardián de la ciberseguridad.”
Traducción: “Este tío dejó de llevar cafés y ahora juega a luchar contra los malos en un SOC”. No es del todo mentira.

De la barra al firewall: mi historia
Imagíname en un restaurante, sirviendo mesas, sonriendo mientras por dentro gritaba. Estuve ahí durante años. Cocina, barra, jefe de sala… Hasta que en 2015, mis pies dijeron: “Hasta aquí, chaval” y una enfermedad degenerativa decidió arruinarme los planes. Operaciones, incapacidad laboral, y la certeza de que mi próximo curro sería algo tan emocionante como teleoperador.
¿El giro inesperado? Una llamada de la Fundación GoodJob. Su programa Include me abrió las puertas al mundo de la ciberseguridad. O sea, de no saber ni qué era un phishing pasé a ser el que detecta estos intentos de estafa. Con esfuerzo y algunos profesores que sabían lo que hacían (saludos, Román Ramírez), conseguí reinventarme.
Resultado: hoy soy analista de ciberseguridad en Wise Security Global. Sí, paso los días luchando contra hackers, spam y usuarios con contraseñas como 12345.

Un sector lleno de sorpresas (y sustos)
Descubrí que la ciberseguridad no es solo lo que ves en las películas: sobrevivo a base de cafés, alertas y luchar contra cosas con nombres raros como ransomware o “estafa del CEO”. Pero, hey, alguien tiene que hacerlo.
Gracias a Include no solo me reinventé, sino que descubrí una pasión inesperada por proteger a empresas de cosas que suenan a ciencia ficción. Bueno, y también aprendí que los errores humanos son el 99% de las veces la puerta al desastre.
¿Y ahora qué?
Hoy miro atrás y pienso: “Menos mal que respondí a esa llamada”. Lo que parecía el final de todo resultó ser el inicio de algo mejor. Así que, si estás en un momento oscuro, solo diré esto: reinventarse es posible (aunque requiera esfuerzo y muchas dosis de sarcasmo para no volverte loco).

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